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Por: M. Cecilia Celso

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¿Alguna vez te has sentido insegura o dudosa en tu camino espiritual, hermana? ¿Te acuerdas de la historia de la viuda de Sarepta, que se encontraba en una situación desesperada, sin comida ni recursos para ella y su hijo? (1 Reyes 17:8-24). A pesar de su pobreza y necesidad, ella demostró una fe fuerte y generosa al compartir lo poco que tenía con el profeta Elías, y finalmente recibió la provisión y la bendición de Dios.

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En el Evangelio de Mateo, capítulo 14, versículos 22-33, leemos sobre otra experiencia similar. Pedro, uno de los discípulos más cercanos de Jesús, se encuentra en una situación difícil. La barca en la que está con los otros discípulos se encuentra en medio de una tormenta, y Jesús no está con ellos.

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La incredulidad de Pedro

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Pedro, uno de los discípulos más cercanos de Jesús, había sido testigo de la gloria de Dios en la vida y ministerio de Jesús. Sin embargo, en medio de una tormenta en el mar, Pedro comenzó a dudar y temer, olvidando las palabras de Jesús: "No temáis, yo soy" (Mateo 14:27).

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La llamada de Jesús

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Pero Jesús no lo abandona. En la cuarta vigilia de la noche, Jesús viene a ellos andando sobre el mar. Pedro, al verlo, se siente llamado a ir a Él. Jesús le dice: "Ven". Pedro desciende de la barca y comienza a caminar sobre el agua hacia Jesús.

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La duda y el miedo

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Pero al ver el fuerte viento, Pedro se siente abrumado por el miedo y comienza a hundirse. En este momento, Jesús lo salva, extendiendo su mano y diciéndole: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?".

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Cómo la duda nos aparta de la realidad

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La duda de Pedro nos enseña que, incluso cuando estamos cerca de Dios y vemos sus maravillas, podemos dejar que la duda nos aparte de la realidad. La duda puede hacer que nos enfoquemos en lo externo, en lugar de en Cristo. En el versículo 30, leemos que Pedro tuvo miedo al ver el fuerte viento. Esta simple mirada a lo externo lo distrajo y lo desenfocó de Cristo.

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Jesús le dice a Pedro: "¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?" (Mateo 14:31). En otras palabras, "Pedro, por qué dejas que el enemigo siembre duda en tu corazón". La duda es una herramienta del enemigo para apartarnos de Dios. Debemos estar alertas y no dejar que la duda nos domine.

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La importancia de la fe

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Nuestra confianza debe estar arraigada y cimentada en Cristo. No en una barca de madera, ni en la bonanza del mar. Él es el epicentro de nuestras vidas. La falta de fe nos puede llevar muy lejos y pagar un precio muy costoso.

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La oración de la fe

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En lugar de dudar, es mejor clamar a gran voz y elevar una oración: "¡Oh Señor, ayúdame a confiar más en ti que en mí!". La fe es esencial para agradar a Dios. En Hebreos 11:6, leemos: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan".

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La lección de la fe

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¿Qué podemos aprender de esta experiencia, hermanas? La fe es algo que debemos cultivar y mantener. No es algo que podemos hacer solas, pero con la ayuda de Dios, podemos aprender a confiar en Él más y más.

En Hebreos 11:1, leemos: "La fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve". La fe no es solo creer en Dios, sino también confiar en Él y en su Palabra.

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La fe que viene de Dios

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Pero, ¿de dónde viene la fe? La fe no es algo que podemos generar por nosotras mismas. La fe es un regalo de Dios. En Efesios 2:8-9, leemos: "Porque por gracia habéis sido salvadas por la fe; y esto no es de vosotras, sino don de Dios. No es por obras, para que nadie se gloríe".

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Dios usa los medios para probarnos

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Dios usa los medios para probarnos y fortalecer nuestra fe. En 1 Pedro 1:6-7, leemos: "En lo cual os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, hayáis sido afligidas en diversas pruebas, para que la prueba de vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, que pereciendo se desvanece, sea hallada en alabanza y gloria y honra cuando sea revelado Jesucristo".

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Conclusión

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Así que, hermanas, que la fe vaya creciendo más y más en cada una de ustedes. Que confíen en Dios y en Su Palabra, y que siempre busquen fortalecer su fe en Él. ¡Que Dios las bendiga y las guíe en su camino espiritual!

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