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Escrito por: M. Cecilia Celso

La insatisfacción, producto de los celos y la envidia.

¿Qué tanto te comparas con otras personas? 
Los celos y la envidia son dos conexiones diabólicas, que generan toda obra de maldad y manipulación. 

Como dice Santiago 3:14-16 "Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa".

Hoy veremos la historia de Raquel y Lea, estas dos hermanas que se oponen entre sí, para lograr sus objetivos basados en sus manipulaciones y pensamientos caídos, quienes además determinan deliberadamente planear y cumplir sus deseos, fuera de la voluntad de Dios.

Todas hemos leído la historia de Raquel y Lea. Raquel no parecía nada satisfecha con su matrimonio ni con Lea, su hermana, quien había sido muy bendecida en la maternidad, dándole muchos hijos a su esposo Génesis 29:32-35, mientras que Raquel le reprochaba a Jacob, su esposo, por no poder darle un hijo. Esto trajo envidia a su corazón y la lleva a tomar su propia decisión producto de su pecado.

(Génesis 30:1,2)
"Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero. Y Jacob se enojó contra Raquel, y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre?"

Nosotras las mujeres podemos ser muy irracionales en ciertos casos. Pero aquí está Raquel, con sus celos amargos y envidia, usando la manipulación. Jacob sin duda la amaba mucho (Génesis 29:18), pero ella puede que o no se daba cuenta o se aprovechaba del amor que Jacob le tenía para conseguir lo que ella quería.

La infertilidad en aquellos tiempos se trataba con desprecio y cuando una mujer no podía embarazarse acudía a tratamientos medicinales. Ser estéril era considerado como una maldición de Dios. 


Pero todo esto la conduce a Raquel a hacer pecar a su marido. ¡De verdad que nosotras las mujeres cuando queremos somos astutas!

(Génesis 30:3) "Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella".

Evidentemente Raquel ya había perdido el juicio, estaba haciendo de la maternidad un ídolo y ahora está dispuesta a darlo todo, desplazando no solo a Dios de su vida sino a Jacob su esposo. El deseo por ser madre la estaba cegando cada vez más. 

Raquel no tenía paz ni gozo y al mismo tiempo Lea, su hermana, competía con Raquel y anhelaba que aunque sea Jacob la quisiera como a Raquel ya que era menospreciada. Tanto una como la otra vivían conforme a su ego y Lea buscaba conquistar a Jacob dándole muchos hijos.

(Génesis 30:9, 13) "Viendo, pues, Lea, que había dejado de dar a luz, tomó a Zilpa su sierva, y la dio a Jacob por mujer.

Y dijo Lea: Para dicha mía; porque las mujeres me dirán dichosa; y llamó su nombre Aser".

Ahora nótese que la intención de Lea era ganarse a Jacob, ella le servía, pero lamentablemente Lea también había hecho un ídolo en Jacob, quien lo lleva premeditadamente a actuar bajo su influencia para satisfacerla.

Hasta donde podemos llegar las mujeres cuando tomamos decisiones sin consultarle a Dios y dejamos que entren todo tipo de pensamientos a nuestra mente. 

Raquel y Lea tienen un altercado 

(Génesis 30:14,15)
"Fue Rubén en tiempo de la siega de los trigos, y halló mandrágoras en el campo, y las trajo a Lea su madre; y dijo Raquel a Lea: Te ruego que me des de las mandrágoras de tu hijo.
Y ella respondió: ¿Es poco que hayas tomado mi marido, sino que también te has de llevar las mandrágoras de mi hijo? Y dijo Raquel: Pues dormirá contigo esta noche por las mandrágoras de tu hijo
".


Nuevamente Raquel usa la misma manipulación con su hermana Lea y muy fresca le propone que duerma con Jacob a cambio de las mandrágoras de su hijo Rubén. 

 

Pero Lea pudo cambiar su óptica de ver las cosas y considera hacer la voluntad de Dios. Al concebir su cuarto hijo, ella decide alabar a Jehová, porque reconoce su falta con Dios.


(Génesis 29:35)
"Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré a Jehová; por esto llamó su nombre Judá; y dejó de dar a luz".

Mientras que Raquel en su tristeza y anhelo de ser madre no hallaba descanso. Dios en su bondad y misericordia se acordó de ella y dió a luz dos hijos. 

(Génesis 30:23-24)
"Y concibió, y dio a luz un hijo, y dijo: Dios ha quitado mi afrenta; y llamó su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo".

Pero la insatisfacción, los celos, la manipulación, la idolatría y el no sentirse satisfecha de haber dado a luz un hijo y al ver que Lea había tenido más hijos que ella con Jacob, su envidia pudo más y le pide a Dios que le añada otro hijo, pero en el segundo parto Raquel muere. 

(Génesis 35:16-19)
"Después partieron de Bet-el; y había aún como media legua de tierra para llegar a Efrata, cuando dio a luz Raquel, y hubo trabajo en su parto¨.
Y aconteció, como había trabajo en su parto, que le dijo la partera: No temas, que también tendrás este hijo.
Y aconteció que al salírsele el alma (pues murió), llamó su nombre Benoni; mas su padre lo llamó Benjamín.
Así murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Efrata, la cual es Belén".

Cuando analizamos el comportamiento tanto de Raquel, como el de su hermana  Lea, observamos que por medio de la manipulación y de sus frustraciones, ellas perdían el control y se privaban de acudir a Dios, por causa de los celos y la envidia.

Dios las había bendecido a las dos y a sus generaciones, pero no se daban cuenta, porque ambas carecían de humildad y de amor.

La idolatría y el ego fueron los dos pecados que consumieron a Raquel y la llevaron a pecar una y otra vez. Dios tenía predestinado un gran propósito con su hijo José y por medio de Benjamín su hijo menor, pero lamentablemente ella murió y no lo pudo ver.

La idolatría de aquella época sigue siendo la misma de hoy, la visión del hombre y la preferencia hacia algo o alguien que desea más que a Dios, que captura su mente y lo engrandece, lo exalta y alaba más que a Dios, sigue siendo abominación para Él.

Sobre el autor:

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M. Cecilia Celso

Sirve en el ministerio  ¨La Mujer de la Biblia¨, quien además es autora de varios textos en la misma página, y también aporta con su voz en los videos.

Desde hace nueve años vive en el sur de Argentina, en la Provincia de Santa Cruz.

Está felizmente casada y tiene tres hijos.

Agradece a todas las mujeres de esta fan page por apoyar este ministerio, y las anima a seguir creciendo espitirualmente, con el fin de reflejar la imagen y carácter de Cristo.

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