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Las mujeres de la Biblia

Vida y Época 

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FEBE LA MUJER QUE LLEVÓ  EL DISTINTIVO DE LA BONDAD

Referencias bíblicas: Romanos 16:1,2

SIGNIFICADO DEL NOMBRE: Pura o radiante como la luna. 


Aunque no se sabe mucho se dice que ella llevó sin cambiarlo y sin reproche el nombre de la diosa de la luna de los griegos. La diosa Artemisa, conocida por el epíteto de “Febe”, se identificaba supuestamente con la luz de la luna, pero la Febe que tanto Pablo elogia, brilló como una luz por Jesús, la “Luz del mundo”.

FEBE fue una piadosa mujer que llevó a Roma el “inestimable paquete”, la Epístola a los Romanos. Ella planificó un largo viaje a Roma y se ofreció para llevar a los cristianos de allá, la carta de Pablo.

En unas cincuenta palabras Pablo nos da un hermoso relato de esta santa sierva de Cristo, por quien Pablo le pide a los santos de Roma que hagan todo lo que puedan. La importancia de su visita lo indica la apelación de Pablo a los romanos para que le presten “toda ayuda que necesite”.

Febe fue una hermana útil para Pablo

Esta designación implica una relación espiritual, él llama a la pareja de creyentes, el hermano y la hermana (1 Corintios 7:15; 9:5, RVR1960). El joven Timoteo era su «hijo en la fe», por tanto, Febe era miembro de una familia espiritual en la que las relaciones se basan en la redención de Cristo y la obra regeneradora del Espíritu Santo (Gálatas 4:4-7). Aparte de las relaciones naturales, ninguna mujer es mi «hermana» a menos que comparta mi experiencia de la gracia salvadora de Dios mediante la cual somos hechos miembros de su familia redimida. No se nos dice como ni cuando Febe se hizo cristiana y hermana en el Señor. Lo que es evidente es la manifestación de su amor y trabajo fraternal entre sus hermanas y hermanos en Cristo. «Nuestra hermana» es un término que indica su calidad de cristiana.

Una sierva de la iglesia

Febe no era solo un miembro de una familia espiritual, sino también una miembro de la iglesia visible de Cencreas cuando Pablo llegó allí en su tercer viaje misionero y de donde escribió Romanos. Febe no era simplemente una creyente profesante y activa, ella también era sierva, diaconisa de la iglesia. La palabra para «sierva» es diakonos, de la cual se deriva diácono y diaconisa. No es seguro que en aquel tiempo existiera una orden femenina de «Diaconisas», Febe, no obs-tante, ocupó dicha posición en la iglesia y como tal podía ser una maestra de todas las mujeres de la fe y ser activa en el alivio de las necesidades temporales de los pobres en el rebaño. 


Si el suyo no era un ministerio oficial, fue verdaderamente uno bien amable y efectivo y fue una de las precursoras del vasto ejército de mujeres que han prestado un servicio leal a Cristo y a su iglesia.


Ha ayudado a muchas personas entre las que me cuento yo

La palabra que Pablo usó para «ayudado», prostatis, es muy expresiva. Literalmente significa «uno que está allí en caso de necesidad», es una forma clásica griega de describir a un entrenador en los juegos olímpicos, quien ayuda a los atletas para cerciorarse de que estén adecuadamente entrenados y ceñidos cuando se sitúen en la línea de salida.
«Ella, por su parte, ha probado ser una ayudadora (casi una campeona, una que se levanta por otros) de muchos, sí y de mí entre ellos». Febe era la patrocinadora o ayudadora desinteresada y generosa de los santos, destacada por sus obras de caridad y por su hospitalidad. 

Ella había sido una devota y parece que particularmente una amiga valiente de los convertidos que atravesaban por dificultades y del mismo Pablo. Quizás, en el curso de sus visitas a los afligidos, había peleado difíciles batallas de protestas, donde encontró aspereza y opresión. Quizás ella había defendido la causa olvidada del pobre, con el valor de una mujer, ante algún «hermano» negligente más rico.

En cuanto al toque personal «entre las que me cuento yo», se ha sugerido que Pablo tenía en mente la visita que hizo a Cencreas donde, rapándose la cabeza, hizo un voto judío (Hechos 18:18). «El voto parece señalar una liberación de un peligro de enfermedad en el que Febe puede ser que le haya auxiliado».


Debido a su santidad y obras prácticas, Pablo instó a los creyentes de Roma a recibirla «dignamente en el Señor, como conviene hacerlo entre hermanos en la fe». Todos somos santos en el Señor, pero unos son más santos que otros. La piadosa Febe es testigo de lo que Cristo puede hacer mediante la soltería consagrada.
 

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