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El oído de Dios siempre está presto para escucharnos

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Por: M. Cecilia Celso

 

En el libro de Jueces, capítulo 4. Hay un extraordinario versículo que narra la debilidad de un pueblo desobediente y pecaminoso. El clamor desesperado hacia su Dios. Cómo cuando un hijo busca desesperadamente a su padre para el oportuno socorro, reconociendo que sin la ayuda de él, no podría enfrentarse solo ante cualquier adversidad.

Y la bondad y misericordia de un Padre hacia su hijo. Totalmente presto y dispuesto a socorrerlo y ayudarlo.

En este caso vamos a leer Jueces 4:3 y a analizar de qué se trata y hacia donde nos lleva la Palabra de Dios, y que nos enseña.

 

Jueces 4:3 Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová, porque aquél tenía novecientos carros herrados, y había oprimido con crueldad a los hijos de Israel por veinte años.

 

Muerto Aod los israelitas volvieron a hacer lo malo a los ojos del Señor. Entonces el Señor los entregó a Jabín, un rey cananeo de Hazor. El comandante de su ejército era Sísara, que vivía en Haroset-goim.

Leer los textos en Jueces 4:1-2

 

De manera que por causa de la desobediencia del pueblo de Israel. Dios permite que sean oprimidos por 20 años. Con el propósito de que se vuelvan a él, y lo busquen, con el fin de liberarlos y que sea glorificado su nombre en medio su pueblo. Para reconocer quien es Dios y descansar solo en él.

Jueces 4:6-7, Jueces 4:14-15,     

Jueces 4:23-24,  Jueces 5:1,3,

Jueces 5:31.

 

Este texto nos hace ver que tan débiles y pequeños somos, cuando creemos que apartados de Dios, y lejos de su voluntad podemos hacer de nuestra vida lo que queremos. Caminar sin Dios y creernos autosuficientes es un verdadero peligro. Terminamos cayéndonos en nuestra propia naturaleza, confiando en nuestros propios instintos. ¡Terminamos pecando!

 

Por otro lado la consecuencia de la desobediencia y del pecado son dos aliados que producen angustia, tristeza, desolación y desesperación. Es como la gangrena, va paulatinamente avanzando hasta acabarlo por completo. Es un lugar de oscuridad y lamento.

Eso es lo que produce la falta de temor y reverencia hacia Dios.

 

Pero el oído de Dios está presto para con los suyos. Su bondad y su misericordia es grande! Nosotros somos pequeños y débiles. Él es un Dios grande y fuerte. Lento para la ira y grande en misericordia, no nos ha tratado como realmente merecemos por causa de nuestra maldad, sin embargo, su amor permanece y su fidelidad hacia sus hijos es para siempre.

Si hay arrepentimiento genuino, habrá perdón y también restauración.

 

2 Crónicas 30:9, 2 Crónicas 7:14, Joel 2:13, Isaías 55:7,

Jeremías 3:12, Nehemías 9:31, Isaías 1:18,

Miqueas 7:19, Oseas 14:1-2, 2 Crónicas 7:14.

 

Lo maravilloso de este pasaje es que Dios acude de manera asombrosa, cuando su pueblo escogido clama a él y se humilla, y reconoce quien es su Dios para ayudarlos, y quien es su pueblo para defenderlo, limpiarlo y bendecirlo. Usando cada situación en su soberanía para beneficiarlo.

Su pueblo santo, quien Dios había predestinado y escogido en él desde antes de la fundación del mundo, apartándolo y peleando por ellos, para salvaguardar sus vidas de las caída de sus pecados.

La mujer de la Biblia

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