La mujer de la Biblia
Nahúm
Autor: J. Vernon McGee
La justicia y bondad de Dios
Dios está lleno de indignación. A Dios no le agrada el pecado del hombre. Dios aborrece el pecado y Él muestra Su indignación contra el pecado. Se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos. Dios es glorificado cuando Él juzga a una nación, como lo vemos en los capítulos 38-39 de Ezequiel. Cuando cayó Asiria, Dios fue glorificado. Esa nación tan brutal, esa nación tan llena de pecado, fue derribada por Dios y sólo quedó de ella las ruinas y los escombros, en el polvo de la tierra. Dios es glorificado cuando hace algo así. Quizá a usted no le guste, pero la Palabra de Dios dice que así es como Él actúa. Permítame sugerirle, que usted se reconcilie con la forma que Dios hace las cosas, porque así es como Él va a continuar haciéndolas.
En el versículo 3 Nahum presenta un gran principio por el cual Dios no sólo juzga a la nación de Asiria y su capital, la ciudad de Nínive en particular, sino que ésta es la manera por la cual Dios juzga al mundo, y juzgará al mundo en el futuro.
Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies. [Nah. 1:3]
Jehová es tardo para la ira. Nahum indica esto claramente. Dios envió a Jonás a Nínive para informarle a esa gente que su ciudad iba a ser destruida a causa de su terrible pecado. Ellos eran conocidos como las personas más brutales del mundo antiguo. Dios había dicho que el juicio y el castigo vendrían sobre ellos. Pero la ciudad entera de Nínive se arrepintió y se volvió a Dios. Es obvio que todo esto había penetrado al imperio en su totalidad, ya que hubo un gran cambio. Podríamos decir que hubo un gran avivamiento, pero esto no duró mucho tiempo. Ésa ha sido la característica de nuestras olas de avivamiento que han venido. Aparentemente nunca duraron mucho tiempo. Nunca ha habido hasta ahora un avivamiento permanente. El avivamiento durante la época de Wesley tuvo un impacto tremendo sobre la nación de Inglaterra, y también sobre otras naciones. Pero fue algo que duró muy poco. Algo de esto se ha hecho sentir aun en nuestra propia época. Cuando el gran predicador Moody tenía sus reuniones, una ciudad entera se movía en aquel día hacia Dios. Esto es algo que Dios ha hecho en el pasado, y parece que continúa haciéndolo. Pero Él es tardo para la ira. Así es que, esta gran ciudad se volvió a sus antiguas costumbres. Unos 100 años después de Jonás, llega Nahum, y dice: “Bueno, el reloj ha dado la media noche, y ya se ha acabado el tiempo. Ya no hay más demora. El juicio ya llega”.
El Señor… no tendrá por inocente al culpable. Dios no va a soltar al malvado. Dios no va a dejar libre al culpable. El juicio de Dios se ve en Su castigo, porque Él es tardo para la ira. Él se demoró cien años para ejecutar el castigo contra esta ciudad, y Dios es justo al obrar así. Pero Él no va a permitir que huya el culpable. Dios nunca permitirá que el culpable no sea castigado, a no ser que esa persona se vuelva a Dios. A no ser que ellos acepten a Cristo como su Salvador personal porque Él pagó el castigo de sus pecados. A no ser que ellos acudan a Él, tendrán que ser juzgados por sus pecados y Dios no permitirá que pasen por inocentes. Dios es justo.
El perdón de Dios es diferente de nuestro propio perdón. Cuando alguien nos hace un mal, nosotros podemos decir: “Yo te perdono”. Y allí concluye todo. Pero no se ha pagado un castigo por eso, o hecho alguna obra aparte de eso. Realmente, esto es por algo que no tiene mucha importancia, o puede ser que haya sido por algo de importancia. Pero cuando Dios perdona, el castigo ya se ha pagado porque Dios es el Juez para toda esta tierra. Él no sólo es el Creador. Él no sólo reina, sino que es el Gobernante moral de este Universo. Dios no es un juez corrompido. No es posible sobornarle para que lo deje escapar sin castigo. Uno no puede decirle a Él que pertenece a tal y cual familia, que su papá tiene gran influencia y que eso le permitirá salir sin cumplir el castigo. Tampoco puede decir que es muy rico y que puede pagarle algo extra al Juez para que éste no sea demasiado severo con usted. Uno no puede tratar con Dios de esa manera.
Dios tiene que juzgar a los impíos, y se nos dice que el corazón del hombre es más engañoso que todas las cosas. (Jer. 17:9) Usted y yo realmente no conocemos lo engañoso que es nuestro corazón; no sabemos de qué somos capaces. Ahora Dios no tendrá por inocente al culpable; por lo tanto, si vamos a ser declarados sin culpa, alguien tiene que pagar la penalidad. Ésa es la razón por la cual Él ha provisto un Redentor para nosotros. Cuando un individuo o una nación le vuelven la espalda a la redención que Dios ha provisto en Cristo, entonces el juicio tiene que seguir—no hay otra alternativa.
Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies. Dios aún actúa hoy en la naturaleza. Esas tormentas que vienen están bajo Su control y sirven Su propósito en el presente. La llamada “Madre Naturaleza” no tiene nada que ver con esto. La “Madre Naturaleza” hace lo que Él le indique que haga. Nuestro Dios es el Creador y el Redentor, y Él también es el Juez, y Él está en control de las cosas. Sencillamente tenemos que dejarlas en Sus manos y descansar en Él porque Él es bueno, Él tiene mucha gracia, y Él es el Salvador.
Él amenaza al mar, y lo hace secar, y angosta todos los ríos; Basán fue destruido, y el Carmelo, y la flor del Líbano fue destruida. [Nah. 1:4]
Él amenaza al mar, y lo hace secar, y angosta todos los ríos. Dios ya había mostrado Su poder para hacer esto secando al Mar Rojo y al Río Jordán.
Basán, Carmelo y Líbano, son los tres lugares fértiles de esa zona. El Carmelo es el valle de Esdraelón donde se encuentra la ciudad de Meguido. Éste es uno de los lugares más fértiles en toda la tierra. Luego, uno puede dirigirse un poco más al norte, a lo largo de la costa del Líbano, hasta pasar por Beirut, y llegar a las ruinas de la antigua ciudad de Tiro, y ésa es una zona muy hermosa. Usted puede ver durante la primavera los árboles frutales cargados de fruto y en la distancia se puede apreciar las montañas del Líbano cubiertas de nieve. Y uno puede apreciar los árboles frutales, los albaricoques, los duraznos, las cerezas, los plátanos, las frutas cítricas, y crecen muy bien en esa zona, porque es muy fértil.
Nahum dice que iba a venir una sequía. Yo estoy seguro que muchos de ustedes recordarán las terribles sequías que hubo en el pasado en algunos países. Siempre he considerado eso como un juicio de parte de Dios. Si hubiera ocurrido algún avivamiento en aquel entonces, estoy seguro que la Segunda Guerra Mundial no hubiera tenido lugar, ni hubiéramos tenido parte en sucesos similares después de eso. Pero desafortunadamente, no se captó el mensaje del juicio de Dios en ese tiempo.
Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan. [Nah. 1:5]
Él es el Creador, y Él también es Aquél que guarda al Universo. Es quien lo mantiene unido.
Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten, se refiere a los terremotos y las erupciones volcánicas. Usted puede decir que Él es responsable por cualquier cosa que tiene lugar, por las inundaciones que vienen, y por los terremotos que ocurren. Pero no se debe decir que Él es responsable por las personas que mueren en tales ocasiones, porque Dios le ha dado al hombre la inteligencia para darse cuenta que no debe construir su casa demasiado cerca del río porque puede producirse una inundación. También aquéllos que viven cerca de lugares propensos a terremotos deberían tomar nota de eso. Si a usted le toca vivir en una zona así, y tiene lugar un terremoto, y un ser querido suyo muere allí, no creo que deba clamar a Dios, y decir que Él es el responsable por su muerte, que Él es quien le ha dado muerte. No, Dios no es responsable. Nosotros somos los responsables porque deberíamos mudarnos a otra localidad. Pero quizá nos guste demasiado vivir en esa zona, así es que permanecemos allí, y entonces debemos soportar las consecuencias. Dios tiene el control de la naturaleza, pero usted no puede decir que Él es culpable porque ocurren esas tragedias. El hombre es responsable por ellas. Debemos permanecer alejados de un lugar como un río que puede desbordarse, y también de la zona donde se sabe que puede ocurrir un terremoto.
¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿y quién quedará en pie en el ardor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas. [Nah. 1:6]