La mujer de la Biblia
Nahúm
Autor: J. Vernon McGee J. Vernon McGee
En el capítulo 3 Nahum da la causa de la destrucción de la ciudad de Nínive, y él justifica a Dios en la destrucción de esa ciudad. La destrucción de Nínive es un ejemplo del hecho de que… todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. (Gá. 6:7) Eso es cierto también en cuanto a una nación. Usted puede ver que Dios trata, no sólo con personas, sino con las naciones, en muchas maneras, de forma muy similar.
Muchos críticos literarios han encontrado en el capítulo tres de Nahum, una de las descripciones más vívidas de la destrucción de la ciudad, que uno se pueda imaginar. Usted no va a encontrar en ninguna otra lengua, nada más descriptivo que lo que se encuentra aquí.
¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, toda llena de mentira y de rapiña, sin apartarte del pillaje! [Nah. 3:1]
Tenemos aquí un cuadro que describe la condición interna de la ciudad. ¡Ay de ti, ciudad sanguinaria! Nínive, como capital de Asiria, era conocida en el mundo antiguo como una nación muy brutal, muy sanguinaria. Eran muy temidos y sembraban el terror en todas partes, y eso lo sentían todas las naciones vecinas. El ejército de los asirios, aunque se movían lentamente, era como un huracán, que devoraban todo lo que se encontraba a su paso. Como mencioné anteriormente, cuando ellos se acercaban, una comunidad entera, todo un pueblo se suicidaba, en lugar de sufrir el ataque brutal de Asiria.
Toda llena de mentira. No se podía depender de ella. No era fiel en cumplir con sus promesas que había hecho con otras naciones de ayudarlas y protegerlas.
Creo que esta descripción puede darse a muchos países en el presente, quizá hasta al suyo. La mayoría de ellos proporciona muy poca información; pero a sus habitantes se les da demasiada propaganda. Eso no sólo corresponde a la capital de cada país, y a los medios noticiosos, sino que proviene de todas partes. En realidad, aun las noticias son propaganda, inclusive lo que informa el gobierno central; no interesa cuál partido político se encuentre en ese instante ocupando el poder. Es muy difícil descubrir la verdad en todas las propagandas que se nos presenta. Lo que se necesita en el presente es la verdad.
Una de las razones por la cual Dios juzgó a esta ciudad de Nínive, es porque estaba llena de mentiras y de rapiña. En el día de hoy, usted sabe muy bien que las cosas en su casa no están muy seguras. No es de sorprenderse pues, que cuando uno viaja por diferentes países, en diferentes ciudades, puede ver las casas que tienen rejas en sus ventanas; las puertas tienen seguro y candado, como si fuera un Banco. Sin embargo, ésa es la costumbre en todas las casas, para cuidarse de los ladrones. Y, aun así, decimos que vivimos en una nación o en naciones donde sus habitantes respetan las leyes y el orden público. No obstante, podemos ver que la realidad es muy otra, por cierto. ¡Qué descripción más acertada de nosotros en el presente! Es como si hubiéramos preguntado a Nahum: ¿De quien estás hablando? ¿De nosotros? Porque estaba presentando una descripción muy clara de Nínive, pero es un cuadro que nos describe muy claramente a nosotros y a nuestras propias naciones.
Este pequeño libro, y también el Libro de Jonás, revelan que Dios trata con las naciones gentiles. Él lo hizo en el Antiguo Testamento, y el gobierno de Dios, actúa en el gobierno del hombre en el presente. Dios controla hoy el pecado del hombre. Él puede controlar una nación. Usted puede observar a través de la historia, grandes civilizaciones, una detrás de la otra, derrumbándose y desapareciendo en el polvo de los siglos. ¿Por qué? Porque Dios las juzgó, ésa es la razón. Nosotros no somos algo especial de Dios; pensamos que lo somos, y que de alguna manera vamos a escapar y vamos a salirnos con la nuestra. Pero, eso no va a suceder. Tenemos una seguridad que puede ser falsa porque Dios es quien derriba a las grandes naciones. Él las derriba como ha dicho aquí.
Chasquido de látigo, y fragor de ruedas, caballo atropellador, y carro que salta. [Nah. 3:2]
Nahum da una descripción muy vívida de estos carros. Se parecen a tanques. Eran los tanques de guerra del mundo antiguo. Éstos entraban a la ciudad, y cuando entraban, el chasquido del látigo podía oírse por todas partes. El que guiaba el caballo hacía sonar ese látigo. Y uno podía escuchar el resonar, el retumbar de las ruedas sobre las calles. Uno podría escucharlos cuando ellos entraban. Fragor de ruedas, caballo atropellador, y carro que salta. Esos carros no podían entrar, sino que estaban saltando sobre algunas cosas, especialmente cadáveres.
En estos primeros dos versículos se describe la condición interna de la ciudad. Mentiras y rapiña es lo que marca la cultura y el clima de la ciudad. Ésta es la razón por la cual ellos actuaban como lo hacían hacia sus enemigos. No les importaban para nada las otras naciones. La misma razón por sus métodos es que internamente andaban mal. Un hombre no llega a ser pecador porque peca. Él peca porque es un pecador, y eso determina sus acciones. Estoy seguro que mucha gente en aquel día decía de los asirios, “¡Esta gente es incivilizada!” Dentro de la ciudad, era toda mentira y pillaje. Eso no caracterizaba a nuestra nación hace algunos años; sin embargo, hoy sí caracteriza la condición interna de nuestra nación hoy. ¿Por qué? ¿Por qué somos muy civilizados? No. Es porque somos pecadores. Amigo, nosotros somos pecadores.
Jinete enhiesto, y resplandor de espada, y resplandor de lanza; y multitud de muertos, y multitud de cadáveres; cadáveres sin fin, y en sus cadáveres tropezarán. [Nah. 3:3]
Es increíble la cantidad de muertos que había en ese lugar. Si una bomba cayera en una ciudad llena de habitantes hoy, quizá podríamos ver el mismo resultado. Probablemente haya naciones que se muestran amigas de otras, pero que no dudarían un instante, en lanzar una bomba en un país vecino, si pensaran que con eso iban a ganar algo. Y, creo que algunas creen que lo pueden hacer.
Tenemos en los versículos 3-4 aquello que caracteriza las condiciones externas de Nínive. Ellos habían sido un enemigo brutal y cruel, pero ellos estaban cosechando ahora, aquello que habían sembrado.
A causa de la multitud de las fornicaciones de la ramera de hermosa gracia, maestra en hechizos, que seduce a las naciones con sus fornicaciones, y a los pueblos con sus hechizos. [Nah. 3:4]
A causa de la multitud de las fornicaciones de la ramera de hermosa gracia. La ciudad de Nínive se compara con una ramera. Era la ramera a la que todo el mundo estaba tratando de cortejar.