La mujer de la Biblia
¿Por qué el diablo aborrece tanto el matrimonio?
Por: Scott Brown
Sería difícil exagerar la importancia que la Biblia le da al matrimonio. Jesús dijo que el reino de los cielos es como una boda (Mt. 22:2-14). No obstante, estas palabras apenas empiezan a comunicar el valor del matrimonio. En Efesios 5:22-23, el apóstol Pablo revela que Dios creó el matrimonio con un propósito muy específico: Declarar visiblemente la gloria del amor de Jesucristo por su Iglesia. Esto explica por qué el diablo ha librado siempre una batalla incesante contra el matrimonio, queriendo pervertirlo, robárselo y destruirlo.
¿Por qué el diablo aborrece tanto el matrimonio? ¿Es porque sencillamente quiere generar entre los cónyuges todo el odio, separación, discordia y desengaño que pueda? ¿Es porque aborrece a los hijos del matrimonio? Aunque estas pueden ser algunas de sus razones, tengamos en cuenta que el diablo aborrece el matrimonio porque aborrece el evangelio de la gracia de Dios en Jesucristo. Dios creó al matrimonio con el fin de proveer al mundo una ilustración terrenal de su amor por su Iglesia, sus sacrificios por su Iglesia, su unión con su Iglesia, su santificación de la Iglesia y los propósitos gloriosos que tiene para su Iglesia.
Además, la sujeción de la esposa a su marido es una evidencia de que ella cree en el evangelio, pues su vida refleja a la Iglesia sujetándose a Cristo. Así es como la sujeción de la esposa refleja un fruto del poder del evangelio. Esto es cierto porque creer en el auténtico evangelio conduce a una vida de obediencia, puesto que “la fe sin obras es muerta” (Stg. 2:20). Las Escrituras enseñan que la esposa debe “sujetarse” a su propio marido “en todo” y que debe “respetarlo” (Ef. 5:22, 24, 33). Por medio de su sujeción, la esposa demuestra cómo la Iglesia verdadera obedece al Señor. Cuando no lo hace, expone ante el mundo un evangelio falso.
Por otro lado, el marido que no ama a su esposa, como Cristo ama a la Iglesia, está declarando tácitamente que Jesucristo no ama, ni valora, ni alimenta a su Iglesia y que no se ha dado a sí mismo por ella. Así es como un esposo declara un evangelio falso al mundo cuando no tiene una relación sana con su esposa.