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Por: M. Cecilia Celso

 

En el texto anterior que leímos, hablaba de que la piedad es devoción puesta en acción, en otras palabras, amor a Dios y hacia las cosas santas. Es una virtud que nos inspira a obedecerle con toda sumisión. A hacer actos de amor y compasión, como producto de la fe que es en Cristo; Señor nuestro.

Todo lo que hacemos lo hacemos para Dios. Desde nuestro andar en esta tierra, hasta lo que hablamos, cómo hablamos, vestimos, hacia dónde nos conducimos y de quienes nos rodeamos. La piedad debe ser el reflejo de nuestras vidas en el día a día. Desde nuestra conversión hasta ahora debemos llevar esa capacidad y manifestarla.

Al leer las Escrituras, podemos ver algunas características de la piedad en una mujer santa. Cómo es esa mujer. Qué cualidades y virtudes tiene. Cómo refleja a Dios.

Proverbios 31:20
Alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso.

Proverbios 31:26
Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua.

Proverbios 31:30
Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
 
Tito 2:3-5
3. Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien;
4. que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos,
5. a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.

   
1 Timoteo 2:9-10
9. Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos,
10. sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad.

Todo lo que podemos mostrar, expresar y ser en base a la piedad. No es más que el claro reflejo de Cristo en nosotras.

Nuestra fe puesta en acción en quien hemos creído.
 

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