La mujer de la Biblia
Las mujeres de la Biblia
Vida y Época
ESTER LA MUJER QUE SALVÓ A SU NACIÓN DEL GENOCIDIO
Referencias bíblicas: El libro de Ester
Significado del nombre: Ester era el nombre persa de esta descendiente de Benjamín y viene de «aster» que significa «estrella» e implica, como Venus, una de «buena suerte». Nos referimos a «la estrella de esperanza», «la estrella del gozo», «la estrella de la preeminencia» y para su pueblo, Ester era todo eso, pues en «la espléndida galaxia de las mujeres hebreas de los tiempos antiguos, ningún otro nombre sobresale más o brilla con más rica luz». El Rabí Jehudah afirma que Ester es «se-ter», que significa «esconder», porque a ella la escondieron en la casa de su guardián y porque su nacionalidad fue encubierta (Ester 2:7). Mardoqueo le hizo prometer a la chica que no le revelaría su nacionalidad al rey, lo cual no hizo sino hasta que llegó el momento oportuno. Jadasá, que significa «mirto» era el nombre original de Ester. El cambió de nombre de Jadasá a Ester puede indicar el estilo de belleza por el que era famosa esta muchacha que antes era cautiva y ahora es una reina persa. Se le muestra como «una mujer de claro juicio, de un excelente dominio propio y capaz de los más nobles sacrificios». Las líneas de Byron pueden aplicarse perfectamente a Ester:
Camina en belleza, como la noche de regiones despejadas y cielos estrellados; y lo mejor de la luz y las tinieblas. Se encuentra en su apariencia y en sus ojos delicados.
Nexos familiares: Esta última mujer del Antiguo Testamento de cuya vida íntima nada sabemos, estaba emparentada con una familia que fue cautiva junto con Jeremías, por el año 600 a.C. Ella nació en una familia que prefirió permanecer en la tierra de cautividad antes que regresar a Jerusalén. Ester era hija de Abigail quien vivía en Susa, la ciudad real persa. Cuando sus padres murieron, quedó bajo la custodia de Mardoqueo, un oficial del palacio, a quien estaba relacionada por el matrimonio. Mardoqueo sentía un profundo afecto por ella y la crió como hija suya. Ester fue siempre obediente a su tío e incluso cuando se convirtió en reina, buscó sus prácticos consejos. Ella confiaba en este gentil judío como si fuera su propio padre. Como expresa Alexander Whyte: «Mardoqueo crió a Ester y el único amor de su vida, después del amor a Israel y al Dios de Israel, era su amor por esta pequeña hija adoptada... El ayudó y vió a la hija de su hermana exaltada en un momento del exilio y de pobreza y literalmente la ayudó a que sea reina del mayor imperio que existía sobre la faz de la tierra.
La historia de Ester como la tenemos en el libro que lleva su nombre es un romance de la cautividad en Persia, pues un rey hizo a un lado la ley persa y el prejuicio para hacerla su reina. El matrimonio de Asuero con Ester, una judía, iba contra la ley persa que establecía que quien perteneciera a la realeza tenía que buscar para casarse una esposa que perteneciera a las siete grandes familias persas. Lo que hizo Ester y como lo hizo se describe en diez intensos y vívidos capítulos y su historia tiene un gran poder dramático en los cuales «cada incidente se relaciona con el otro hasta llegar el clímax de la dificultad y la situación que es tan complicada que parece imposible escapar. Entonces se produce un desenlace con una destreza maravillosa».
Una característica particular del libro de Ester es que comparte junto con Cantar de los Cantares, la distinción de no mencionar a Dios ni a ningún nombre divino ni una sola vez en todas sus páginas. Sin embargo, la rápia acción de este drama es elocuente por el predominio de la providencia de Dios al traer a Ester al trono en semejante momento. En ocasiones pudiera parecer que Dios se está escondiendo pero ya sea que lo veamos o no, él siempre cumple aquello que está de acuerdo con su voluntad. Debido a su belleza, Ester se convirtió en residente del palacio y cuando destronaron a la valiente reina Vasti, escogieron a Ester para que fuera la sucesora. La combinación de la sabiduría de Mardoqueo y el valor de Ester se convirtieron en el medio para aligerar la carga del judío bajo el mandato persa. Junto a Mardoqueo, Ester compartió la fe en el alto destino de Israel como nación.
Amán, el favorito principal de la corte, era enemigo de los judíos, el Adolfo Hitler del Antiguo Testamento e inventó un plan para masacrar a los judíos en masa. Ester, incitada por Mardoqueo, le reveló al rey su nacionalidad judía y esta valiente acción trajo como resultado un cambio total del decreto. Ejecutaron a Amán, el rey dió honra a Mardoqueo y la posición de Ester como reina se fortaleció considerablemente. Debido a que por medio de ella, Dios salvó a los judíos de la destrucción, estos leen cada año el libro de Ester en la fiesta de Purim que celebra el día 14 del mes de Adar. Tenemos que estar de acuerdo con el resumen de que Ester fué una de las mujeres más atractivas del Antiguo Testamento.
Como un personaje histórico, Ester es la más grande heroína que libra a su nación del desastre: como mujer, es una persona fuera de lo común, una mezcla de encanto, fuerza y astucia; un ser humano cuyo carác ter está protegido de la podredumbre de la riqueza, la prosperidad y el poder.
Está de más decir que Ester tenía una gran belleza personal. Sus rasgos trigueños, exóticos, la hacían sobresalir y por ello la escogieron como candidata para el favor del rey, quien al verla por primera vez, debe haberse sentido cautivado por sus encantos físicos.
Pero a través de su belleza brillaban una personalidad y un carácter que realzaban su belleza y le daban distinción ante los ojos de Asuero, quien la escogió como su reina. Kuyper, quien no tiene nada bueno que decir acerca del carácter de Ester cuando se refiere a ella en su libro Women of the Old Testament (Mujeres del Antiguo Testamento), confiesa que Asuero la consideró la más hermosa de las doncellas que le presentaron cuando él estaba buscando una sucesora para Vasti. La única cosa que no podemos entender con respecto a Ester es la forma en que reflejó el carácter vengativo de la época y del país cuando pidió que colgaran a los diez hijos de Amán y que se estableciera un día en que los judíos pudieran vengarse de los enemigos que pretendían matarlos. Ella no aprendió a amar a sus enemigos. Vivía del otro lado de la cruz y por consiguiente, ignoraba el clamor de esta por el perdón de los enemigos.
¿Cuáles son algunas de las lecciones que podemos obtener de la fascinante historia de Ester? En primer lugar, su historia permanece porque ella fue alguien que mantuvo su promesa. iQue podamos nosotras tener igual lealtad! Ella obedecio fielmente a su padre de crianza. Como no tenía un padre o madre natural a quien honrar, amaba y era leal a su tutor. ¡Cuán admirable es que los jóvenes respeten mucho a sus padres y les obedezcan en el Señor! Más aún, Ester amaba y se aferraba (aunque lo ocultaba) a su despreciada pero honorable ascendencia. Ella fue una verdadera patriota y en el momento crítico no se avergonzó de su propia raza. H.V. Morton ha aplicado la lección que podemos aprender del momento dramático cuando ella revela su identidad judía de la siguiente manera:
Cuando una persona ha subido en el mundo y ha alcanzado una posición de poder y eminencia, hace falta fortaleza y belleza de carácter para que esa persona siga amando y recordando al pueblo humilde de donde salió. En muchas ocasiones muchachas humildes se casan con hombres ricos y se olvidan de su origen. De hecho, se avergüenzan de cualquier cosa que pueda recordárselo.
Luego de dar testimonio de la roca de la que había sido tallada, Ester se atrevió a arriesgar su vida por su pueblo y así escapó de morir con ellos. Por su patriotismo obtuvo una gran liberación para su nación y Dios la usó como instrumento de su providencia para llevara cabo un glorioso propósito. Había preparativos de humillación y oración y cuando el rey extendió su cetro y ella se acercó para hacer su petición, el grito de angustia estaba en su corazón: «¿Cómo podría yo ver la calamidad que se cierne sobre mi pueblo? ¿Cómo podría ver impasible el exterminio de mi gente?» Cuán urgentemente necesita nuestra vida nacional patriotas devotos que sigan esta orden. Puede que te sientas tentado a suspirar y decir: «Si yo fuera como Ester que tuvo grandes oportunidades, ¿qué no haría yo para glorificar a Dios?» Fíjese que en todas partes, no importa cuán mezquino pueda ser el ambiente que lo rodea, hay oportunidades magníficas y únicas de servir a Dios y un mundo de necesidad que los ángeles envidian.
Sirve al Maestro hasta el límite de tus habilidades donde Él te ha colocado en su providencia y así prepárate para un círculo mayor de servicio si fuera Su voluntad.
Las líderes de grupos de mujeres pudieran desarrollar temas sobre los siguientes puntos al tratar la historia de Ester, la mujer de espíritu independiente de la historia antigua:
De su personalidad aprendemos,
1. A buscar la dirección divina en tiempos de dificultad (Ester 4:15-17).
2. A obtener conocimiento de la naturaleza humana, para saber cómo sacar provecho de cualquier circunstancia que pueda favorecer nuestra causa si esta fuera legítima.
3. A estar listo, cuando existe una necesidad, para renunciar a nosotros mismos y ejercitarnos por el bien de los demás.
4. A valorar y buscar la cooperación de los demás creyentes.
Concerniente a la seguridad de los judíos que Ester consiguió, aprendemos:
1. A tener confianza ilimitada en la providencia de Dios y no subvalorar las cosas pequeñas.
2. A reconocer a Dios como el autor de toda misericordia.
Pensando en el infortunio de Amán, provocado por Ester, aprendemos,
1. Que existe la justa retribución. Amán recibió lo que se había propuesto para otros. Se le pagó con la misma moneda.
2. La naturaleza transitoria de la grandeza terrenal y el fin de todo el poder y las posiciones ganadas ilegalmente.